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ENTRE FLORES Y JABONES: MADRE SOLTERACOMBINA TRABAJO DOMÉSTICO YEMPRENDIMIENTO ARTESANAL

  • Foto del escritor: Éxodo Digital
    Éxodo Digital
  • 14 nov
  • 3 Min. de lectura

Por: María Antonieta Orellana Conedera


Patricia Villagrán, de 38 años, recorre las calles empedradas y avenidas de la ciudad de Guatemala cada mañana con su mochila al hombro. Madre soltera de una hija de 15 años, ha convertido su vida en un ejemplo de perseverancia y esfuerzo constante.


La rutina de Patricia comienza antes del amanecer, cuando la ciudad aún se despereza y el bullicio de los buses y moto taxis empieza a llenar el ambiente. Cada jornada es una mezcla de aspiradoras, trapeadores y detergentes, pero también de esperanza y sueños compartidos con su hija, Pamela.


Patricia se dedica a la limpieza de casas de familias que buscan mantener sus hogares impecables, y aunque los ingresos no siempre son estables, ha encontrado formas de complementar su economía.


Desde hace más de cinco años, aprovecha su creatividad y paciencia para elaborar flores de papel, que luego decora y entrega a iglesias (Nuestra Señora de Candelaria y Nuestra Señora de las Mercedes) que preparan las andas de procesiones durante la Semana Santa. Lo que para muchos es un simple adorno, para Patricia representa una oportunidad de mantener a su hija en la escuela y de enfrentar con dignidad las necesidades diarias.


“No es fácil, pero todo lo hago por mi hija. Quiero que tenga educación, salud y que nunca sienta que falta algo en su vida por nuestras circunstancias” , dice Patricia con una sonrisa que mezcla cansancio y orgullo.


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La vida de Patricia refleja la realidad de miles de guatemaltecas que trabajan en empleos informales y creativos, donde la estabilidad económica depende de la perseverancia y del ingenio. Los días de Semana Santa, cuando las procesiones recorren las calles del centro histórico, se convierten en momentos de orgullo y satisfacción para Patricia, quien ve cómo sus flores de papel engalanan pasos y altares, transformando su esfuerzo en belleza y tradición.


Pamela, su hija, entiende desde pequeña el valor del trabajo y la responsabilidad. A menudo ayuda a su madre a recortar, doblar y pegar los pétalos de colores, convirtiendo la tarea en un proyecto compartido. Esta colaboración no solo fortalece su vínculo, sino que también le enseña a Pamela la importancia de la resiliencia y la creatividad como herramientas para enfrentar la vida.


Patricia Villagrán también enfrenta desafíos comunes en la Ciudad de Guatemala: la inseguridad en el transporte, los costos elevados de la canasta básica y la falta de servicios de apoyo para madres solteras. Sin embargo, su tenacidad le ha permitido construir una rutina que combina trabajo doméstico, emprendimiento artesanal y crianza afectuosa.


Su ejemplo evidencia que la fuerza de una madre no se mide únicamente por lo que gana, sino por la capacidad de transformar las dificultades en oportunidades.


“Cada flor que hago, cada casa que limpio, es un paso más hacia un futuro mejor para mi hija. Sé que no es suficiente, pero cada día avanzamos juntas” , afirma Patricia.

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La historia de Patricia Villagrán es un reflejo de la actual Ciudad de Guatemala, donde las mujeres se reinventan diariamente para sostener a sus familias. Sus manos, manchadas de detergente y pegamento, representan la lucha silenciosa de miles de madres que equilibran trabajo, hogar y sueños.


En un país donde la desigualdad económica y social persiste, Patricia demuestra que la dedicación, la creatividad y el amor materno pueden construir caminos hacia la estabilidad emocional y la esperanza. En sus ojos, se puede leer la certeza de que su esfuerzo tiene sentido.


En sus flores de papel, la ciudad reconoce que detrás de la tradición de las procesiones existe un trabajo invisible y valioso. Y en Patricia ve el futuro de generaciones que aprenden que la resiliencia y la pasión son las flores más importantes que se pueden cultivar en la vida.

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